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.Corbis tal vez tuviese razón.Pasó al vestuario.Ella se le aferró en la oscuridad, susurrándole a los agujeros que eran sus oídos: Podemos quedarnos aquí hasta que se vacíe la nave y luego escapar. ¿Adónde? Istino se halla a centenares de millas de años-luz de aquí. Nos hablaron de un distrito espacial donde viven los de nuestra especie.PequeñoIstino, ¿no es eso? Si existe tal lugar, podemos buscarlo. Estás loca, Corbis.Salgamos de aquí.¿De dónde sacas tales ideas? Durante añoshemos suspirado por venir aquí.27  Mientras nos hallábamos en estado de hibernación, soñé que había Tépidos enesta cabina.Nos movieron y nos examinaron mientras nos hallábamos desvalidos,efectuando experimentos con nosotros, y tomando muestras de nuestra sangre.En mimuñeca hay un poco de esparadrapo que antes no estaba.¡Mira!Saton pasó sus dedos por la muñeca de ella.El tacto del esparadrapo, prueba de unaatención médica, le tranquilizó. Tuviste una pesadilla, eso es todo.Estamos vivos, ¿no?En tanto hablaba en la oscuridad del vestuario, oyó que alguien penetraba en elcamarote.Se inmovilizaron, escuchando.Alguien llegó hasta el centro de la cabina,murmurando en voz baja, y volvió a marcharse.Permanecieron allí, juntos, durante un rato, escuchando el repetido anuncio de losaltavoces.Al fin cesaron de funcionar, y el silencio reinó en la ya desierta nave.Saton y Corbis avanzaban lentamente por las calles, en parte por precaución, y enparte porque todavía no se habían recuperado por completo de los efectos causados porla prolongada hibernación.Había resultado fácil eludir a los hombres de la limpieza de la nave en los corredores,y sólo algo más peliagudo escapar del inmenso complejo del aeropuerto espacial.Peroahora, ya en la ciudad, se sentían enteramente perdidos.(1) Tépidos: nombre genérico aplicado a los habitantes de la parte central de lagalaxia Starswarm.Al principio, no les pareció que fuese una ciudad.Sus edificios, según las normasreconocidas en Istino, casi no parecían tales.Aquí el material creaba unas unidades querepresentaban la esencial ingravidez de la materia.Sus formas tenían una enormeexuberancia y habilidad.Además, la fantasía lindaba a veces con la más tenazextravagancia, pero a los maravillados ojos de Saton y Corbis todo resultaba magnífico.Entre los edificios existían vastos despliegues florales, en terrazas de varias plantasde altura.Algunas se veían ensombrecidas por copudos árboles, semejantes a los quecrecían en los fértiles bosques de Istino.Lo repugnante y lo atractivo promiscuían a lapar, por lo que la naturaleza no se hallaba sentimentalmente representada.Tambiénhabía terrazas en las que los animales salvajes merodeaban, e inmensas pajareríasdonde las aves volaban casi en libertad.El efecto total era el de un gigantesco zoo.Saton y Corbis fueron siguiendo un camino terrestre, ansiosos aunque maravillados.En las rutas hundidas, existía un tráfico formidable; en el aire, los aerocoches pasabanraudos como cohetes.En su propio nivel, a ras del suelo, había mucha gente que andabadespacio, pero ambos se hallaban demasiado nerviosos para preguntarle a nadie adondedebían dirigirse para ir al distrito apetecido. Si tuviéramos dinero podríamos tomar algo que nos transportase a Pequeño Istino dijo Corbis.Les habían entregado cheques de viajero danssonianos en la nave, deacuerdo con el estado de sus finanzas.Pero al desembarcar incontroladamente, nohabían podido cambiar nada en moneda corriente. Podemos ir a un café e informarnos de todo  sugirió Saton.Por desgracia, novieron nada que se pareciese a una tienda o un café.ni tampoco a un taller, ya queaquellos raros edificios parecían exclusivamente residenciales.A los pocos minutos de andar, tuvieron que detenerse.Era un cruce donde lasavenidas se extendían interminablemente en todas direcciones; lo mismo hubieran podido28 seguir andando indefinidamente.Saton asió la mano de Corbis con más fuerza,indicándole que callase.Estaba contemplando a un Tépido que venía en direccióncontraria.A juzgar por su aspecto, el Tépido era un Velura, un humano transformado del SectorRojo, con una piel extraordinariamente velluda; seguramente a diferencia de los nativos,llevaba una prenda ligera sobre el cuerpo.Se había detenida junto a uno de los pilaresque Saton y Corbis habían observado ya varias veces desde su salida del aeropuertoespacial.Dichos pilares se abultaban a unos dos pies del suelo, para volver luego aadelgazarse, terminando en una espiga a nueve pies del suelo.El Velura abrió un panel deslizante en la protuberancia del pilar, insertó algo queextrajo de su bolsillo, y marcó un número.Esperó.Por debajo del nivel de los aerocoches, volaban una serie de objetos macizos enforma de piano [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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