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.Guillermo le dirigió unas palabras de saludo y el viejo pareció alegrarse de que alguienle hablara.-Un día sereno -dijo Guillermo.-Por gracia de Dios -respondió el viejo.-Sereno en el cielo, pero oscuro en la tierra.¿Conocíais bien a Venancio?-¿Qué Venancio? -dijo el viejo.Después se encendió una luz en sus ojos-.Ah, elmuchacho que murió.La bestia se pasea por la abadía.-¿Qué bestia?-La gran bestia que viene del mar.Siete cabezas diez cuetnos y en los cuernos diezdiademas y en las cabezas tres nombres de blasfemia.La bestia que parece un leopardo,con pies como de oso y boca como de león.Yo la he visto.119 Umberto Eco El Nombre de la Rosa-¿Dónde la habéis visto? ¿En la biblioteca?-¿Biblioteca? ¿Por qué? Hace años que no voy al scriptorium, y nunca he visto labiblioteca.Nadie va a la biblioteca.Conocí a los que subían a la biblioteca.-¿A quiénes? ¿A Malaquías, a Berengario?-Oh, no.-dijo el viejo riendo con voz ronca-.Antes.E1 bibliotecario que hubo antesde Malaquías, hace muchos años.-¿Quién era?-No recuerdo, murió, cuando Malaquías era todavía muy joven.Y el que hubo antes delmaestro de Malaquías, y era joven ayudante de bibliotecario cuando yo era joven.Peroyo nunca pisé la biblioteca.Laberinto.-¿La biblioteca es un laberinto?-Hunc mundum tipice laberinthus denotat ille  recitó absorto el anciano-.Intrantilargus, redeunti sed nimis artus.La biblioteca es un gran laberinto, signo del laberintoque es el rnundo.Cuando entras en ella no sabes si saldrás.No es necesario violar lascolumnas de Hércules.-¿De modo que no sabéis cómo se entra en la biblioteca cuando están cerradas laspuertas del Edificio?-;Oh, Sí! -dijo riendo el viejo-.Muchos lo saben.Pasa por el osario.Puedes pasar por elosario, pero no quieres pasar por el osario.Los monjes muertos vigilan.-¿Esos son los monjes muertos que vigilan, y no los que recorren de noche con una luzla biblioteca?-¿Con una luz? -E1 viejo pareció asombrado-.Nunca oí hablar de eso.Los monjesmuertos están en el osario, los huesos bajan poco a poco desde el cementerio y sereúnen allí para vigilar el pasadizo.¿Nunca viste el altar de la capilla por la que se llegaal osario?-Es la tercera de la izquierda después del transepto, ¿verdad?-¿La tercera? Puede ser.Es la que tiene la piedra del altar esculpida con mil esqueletos.La cuarta calavera de la derecha; le hundes los ojos.y estás en el osario.Pero novamos, yo nunca he ido.E1 Abad no quiere.-¿Y la bestia? ¿Dónde habéis visto la bestia?- ¿La bestia? Ah, el Anticristo.Ya llega, se ha cumplido el milenio, lo esperamos.-Pero el milenio se ha cumplido hace trescientos años, y en aquel momento no Ilegó.120 Umberto Eco El Nombre de la Rosa-El Anticristo no llega cuando se cumplen los mil años.Cuando se cumplen los mi1años se inicia el reino de los justos, después llega el Anticristo para confundir a losjustos, y luego se producirá la batalla final.-Pero los justos reinarán durante mil años -dijo Guillermo-.O bien han reinado desde lamuerte de Cristo hasta el final del primer milenio, y entonces fue precisamente en esemomento cuando debió Ilegar el Anticristo, o bien todavía no han reinado y entonces elAnticristo está muy lejos.-E1 milenio no se calcula desde la muerte de Cristo sino desde la donación deConstantino.Los mil años se cumplen ahora.-¿Y entonces es ahora cuando acaba el reino de los justos?-No 1o sé, ya no lo sé.Estoy fatigado.Es un cálculo difícil.Beato de Liebana lo hizo,pregúntale a Jorge, él es joven, tiene buena memoria.Pero los tiempos están maduros.¿No has oído las siete trompetas?-¿Por qué las siete trompetas?-¿No te han dicho cómo murió el otro muchacho, el miniaturista? EI primer ángel hasoplado por la primera trompeta y ha habido granizo y fuego mezclado con sangre.Y elsegundo ángel ha soplado por la segunda trompeta y la tercera parte del mar se haconvertido en sangre.¿Acaso el segundo muchacho no murió en un mar de sangre?¡Cuidado con la tercera trompeta! Morirá la tercera parte de las criaturas que viven en elmar.Dios nos castiga.Todo el mundo alrededor de la abadía está infestado de herejía,me han dicho que en el trono de Roma hay un papa perverso que usa hostias paraprácticas de nigromancia, y con ellas alimenta a sus morenas.Y aquí hay alguien queha violado la interdicción y ha roto los sellos del laberinto.-¿Quién os lo ha dicho?-Lo he oído, todos murmuran y dicen quc el pecado ha entrado en la abadía.¿Tienesgarbanzos?La pregunta, dirigida a mí, me cogió de sorpresa.-No, no tengo garbanzos -dije confundido.-La próxima vez tráeme garbanzos.Los tengo en la boca, mira mi pobre bocadesdentada, hasta que se ablandan.Estimulan la saliva, aqua fons vitae.¿Mañana metraerás garbanzos?-Mañana os traeré garbanzos --le dije.Pero se había adormecido.Lo dejamos y nos dirigimos al refectorio.-¿Qué pensáis de lo que nos ha dicho? -pregunté a mi maestro.121 Umberto Eco El Nombre de la Rosa-Goza de la divina locura de los centenarios.En sus palabras es difícil distinguir loverdadero de lo falso.Sin embargo, creo que nos ha dicho algo sobre cómo entrar en elEdificio.He examinado la capilla por la que apareció Malaquías la noche pasada.Escierto que hay un altar de piedra, y en su base hay esculpidas calaveras.Esta nocheprobaremos.Segundo díaCOMPLETASDonde se entra en el Edificio, se descubre un visitante misterioso, se encuentra unmensaje secreto escrito con signos de nigromante, y desaparece, en seguida después dehaber sido encontrado, un libro que luego se buscará en muchos otros capítulos, sinolvidar el robo de las preciosas lentes de Guillermo.La cena fue triste y silenciosa.Habían pasado poco más de doce horas desde eldescubrimiento del cadáver de Venancio.Todos miraban a hurtadillas su sitio vacío.Cuando fue la hora de completas, la procesión que se dirigió al coro parecía un cortejofúnebre.Nosotros participamos en el oficio desde !a nave, sin perder de vista la terceracapilla.Había poca luz, y, cuando vimos que 'Malaquías surgía de la oscuridad paradirigirse a su asiento, no pudimos descubrir el sitio exacto por el que había entrado.Entodo caso nos mantuvimos ocultos en la sombra de la nave lateral, para que nadie vieseque nos quedábamos al acabar el oficio.En mi escapulario tenía la lámpara que habíacogido en la cocina durante la cena.Después la encenderíamos con la llama del grantrípode de bronce.que ardía durante toda la noche.Tenía una mecha nueva.y muchoaceite.De modo que no nos faltaría luz.Estaha demasiado excitado por lo que ibamos a hacer como para prestar atención al rito,y casi no me di cuenta de que éste había acabado.Los monjes se bajaron las capuchas ycon el rostro cubierto salieron en lenta fila hacia sus celdas.La iglesia quedó vacía.iluminada por los resplandores del trípode.-¡Vamos! -dijo Guillermo-.¡A trabajar!Nos acercamos a la tercera capilla.La base del altar parecia realmente un osario:talladas con singular maestría, se veía, encima de un montón de tibias, una serie decalaveras que, con sus órbitas huecas y profundas, infundían temor a cualquiera que lascontemplase.Guillermo repitió envoz baja las palabras que había pronunciado Alinardo (cuarta calavera a la derecha,hundirle los ojos).Introdujo los dedos en las órbitas de aquel rostro descarnado y enseguida oímos como un chirrido ronco.El altar se movió, girando sobre un goznesecreto, y ante nosotros apareció una negra abertura donde, al levantar mi lámpara,divisamos unos escalones cubiertos de humedad [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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